Los amplios espacios de la Plaza Caracas desembocaban en el palco del CNE. Desde allí se apreciaba una Caracas moderna, ajetreada y enredada en un día a día vertiginoso.
A media cuadra hacia la Av. Bolívar estaba la fachada del Palacio de Justicia tomada por la GNB y apenas pude atravesarla, varios colegas se sorprendieron de que había podido pasar por ahí. Un grupo de manifestantes chavistas aparentemente amenazaban con linchar a los simpatizantes de Leopoldo López que, vigilantes, a los predios del Palacio, aguardaban alguna noticia de su audiencia. Pasaban las 2 de la tarde.
En realidad estaban vitoreando a Chávez, gritando mueras a la oposición, pero tan metidos en sí mismo y en su indignación que ignoraron mi presencia, evidentemente de prensa por las cámaras, el chaleco antibalas y la acreditación.
Al salir del Palacio pasé, por casualidad, frente al Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación donde dos parlantes a todo dar vomitaban a los transeúntes un discurso diluyéndose en una voz femenina, suave, delgada pero filosófica.
Me detuve a escuchar y lo que más se me grabó fue algo así como:
“Si nosotros quisiéramos, en un arranque de ira que dure un segundo, podríamos quemar al este completamente. Pero no, nuestro comandante nos enseño a luchar con amor…”
Resulta que el audio pertenece a un audiovisual creado por el Encuentro Filosófico de los Pobres, es un contenido didáctico y adoctrinador, con fuertes imágenes emocionales. Lo pude verificar al entrar a la sede del Ministerio y solicitar una copia que, amablemente, sin que yo delatara mi profesión, me facilitaron.
Arde la calle, reza el titular de una web de noticias a las 8:00 p.m. Hora en la que reflexionando el día, me siento en la obligación de concluir moralmente, luego de ver parte y parte del panorama, lo siguiente:
Ni todo chavista es bruto, como asevera el opositor, ni todo el opositor es golpista. Ni todo opositor es rico, ni todo chavista come, ahorra, viaja y vive dignamente. Ni todo chavista debe adoptar una posición de intolerancia y odio hacia el opositor y viceversa.
Si al salir a la calle a manifestar y expresar lo que nuestra conciencia nos dicta, tenemos presente esa simple idea, que no estamos en contra del ciudadano que piensa distinto sino en contra de su líder, que hace enfrentarnos, estoy seguro, alejaremos a quienes quieren ver una guerra civil en Venezuela de su objetivo. Les quitaremos el gusto de ver un baño de sangre entre simples, llanos, comunes y dolientes ciudadanos de a pie que vamos a sufrir una tragedia inconmensurable mientras los “líderes”, de parte y parte o del lado “vencedor”, se regocijan en su comodidad sintiéndose dueños absolutos de una verdad y una razón que sólo le corresponde al que sufre las calles de este país moderno, ajetreado y enredado en un día a día caótico y vertiginoso.
Paz.