Cuántos suspiros ahogados en ojos encendidos de dolor. Cuántos besos suicidándose al borde de la boca. Cuánto grito del que se escapa de un corazón desesperado en busca de otro corazón que está ya demasiado lejos. Para terminar entre unas sábanas, a la orden del deseo mundano de una mirada ciega y loca por saciar la aberración.
De porno en Venezuela, edición 255 de la Revista Exceso