La mediación de El Vaticano en el conflicto político venezolano fue el lobo que iba a llegar inminentemente pero, cuando por fin lo hizo, generó un «¿Y ahora qué hacemos con esto?» tanto en el gobierno como en la oposición.
Es, muy a pesar de El Vaticano mismo, el As en el juego de póquer. La carta política sui generis; quien la logra colocar «del lado suyo» gana simpatía en el (des)equilibrio de la crisis, en términos de aceptación popular.
Pero hasta ahí, no hay más.
Ambas facciones, Mesa de la Unidad (MUD) y gobierno, vacilaron en usarla. Porque se supone que implica un compromiso de palabras mayores.
Sin embargo fue el gobierno quien, tanto más hábil como inescrupulosamente, la utilizó. Sin que ello exima a la MUD de utilizarla también.
El 26 de julio el Nuncio Apostólico, Aldo Giordano, aseguró que no había recibido invitación formal para el diálogo. En ese entonces sostuvo que la posición de el Vaticano sería igual en todos los países: debía respetarse la libertad de expresión.
No obstante, casi cuatro meses después, la oposición anuncia que suspende su movilización hacia el palacio de Miraflores, precisamente, por supuesta solicitud de la Santa Sede.
El 31 de julio, reseñó NTN24 Venezuela, el Papa Francisco dijo no estar seguro de que Venezuela quiera al Vaticano en el diálogo. «En el grupo de mediación, no sé si es por parte del Gobierno, no se quiere que entre la Santa Sede».
Casi dos meses después el Gobierno se decidió y, al contrario como ha comunicado reiteradas veces la MUD, fueron ellos quienes oficializaron en primer lugar la solicitud de intermediación, el 23 de septiembre, de parte del alcalde Jorge Rodríguez.
Cinco días después la MUD formalizó su petición, de mano de su secretario ejecutivo, Chúo Torrealba, quien entregó la instancia en la Nunciatura Apostólica de Caracas acompañado por el diputado Enrique Márquez.
La Santa Sede no pareciera estar interesada en mediar entre los puntos de honor de la oposición venezolana, los mismos en los cuales el gobierno ejerce su intransigencia más poderosa y despóticamente: crisis humanitaria, elecciones o liberación de presos políticos.
Al tenor del panorama, el periodista Oliver Fernández, denunció que en la iglesia de La Candelaria, donde oficiaba una misa el monseñor Aldo Giordano, se prohibió hablar de los presos políticos, aun cuando varios familiares de estos habían asistido a la ceremonia religiosa.
Rafael Hernández.