El Guaire es el desagüe de la ciudad de Caracas.
Atraviesa las entrañas de la capital venezolana con sus 72 kilómetros de longitud. Fue prometido su saneamiento por la «Revolución» en 2005 por la entonces ministra de Ambiente, Jacqueline Faría.
Empeño su palabra en que los venezolanos podríamos bañarnos en él para 2014 y, para ello, se han aprobado y ejecutado recursos por el orden de los USD 1.000 millones.
En marzo de 2015, el viceministro de Ecosocialismo, Pascual Molinaro (según refiere un reportaje de El Universal), aseguró que el 95% del saneamiento del río dependía de la aprobación de un nuevo proyecto y que estaría listo para 2019.
No hay, actualmente, ninguna obra activa para su saneamiento.
Años después de la fecha sí hay venezolanos que se bañan en el río. No solo se bañan, viven de él.
Además de fluir en su vertiente los desechos tóxicos, orgánicos, sólidos y líquidos de Caracas. También es la fuente de supervivencia de miles de venezolanos que, de cara a la crisis, buscan paliar la situación económica en sus aguas.
Tras tres años de hermetismo oficial, el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) proveyó a la sociedad venezolana de las cifras de pobreza en 2015. La ubicó en 33,1%.
Dos años después, en febrero de 2017, el vicepresidente venezolano, Tarek El Aissami informó (sin aval de estudios ni estadísticas disponibles públicamente) en su Memoria y Cuenta que la pobreza extrema se había ubicado en 4,4%.
Las cifras oficiales contrastan abrumadoramente con la realidad que inunda las calles venezolanas.
En reacción a las débiles estadísticas estatales, un consorcio de las principales universidades venezolanas, denominado Encovi (Encuesta de Condiciones de Vida) publicó en 2017 que en Venezuela se había alcanzado una cifra de 81,8% hogares en pobreza y que el índice de pobreza extrema habría alcanzado el techo histórico de 51,1% (pobreza de ingreso).
¿Cómo viven de El Guaire los más pobres?
En Las Mercedes, Petare, Chacaíto y Bello Monte se conforman en «familias». Se cuidan entre ellos. Su jornada consiste en salir durante el día a recoger papel para reciclarlo y «coronar» (obtener a fuerza de astucia gratuitamente) botines en los basureros de los restaurantes. Al caer el sol, a las orillas del fétido río, lanzan en sartenes oxidados cueros de pollo, huevo crudo, pasta, arroz (en fin, lo que haya proveído el día) para alimentarse.
Sin cifras oficiales disponibles, la encuestadora Datanálisis ubicó en 2016 en 80% la escasez de alimentos básicos. La inflación en Venezuela, la mayor del mundo, fue de 830%.
El menjurje es denso y de fuerte olor. Se lo devoran entre las 10 o 15 personas que conforman las familias.
El aceite remanente lo conservan para cocinar otras sobras cuando las «coronen».
Ve la historia de «El charlero», quien tiene 2 años viviendo en el río:
El papel lo van almacenando durante toda la semana y lo mojan diariamente para que agarre más peso (y así ganarle un poco más). Luego, el sábado, pasan camiones para comprárselo.
Ve la historia de la pareja (no) casada de La Jungla:
Pueden devengar entre Bs. 10.000 y 35.000 semanalmente.
El sueldo mínimo en el país es de Bs. 40.638 mensuales (aproximadamente USD10 a tasa no oficial, ya que la compra de divisas internacionales está restringida y no es de acceso al ciudadano común, por lo que la economía gira entorno al cálculo del mercado negro).
Estas «familias» duermen, se bañan y lavan su ropa en El Guaire.
En Caño Amarillo, Quinta Crespo, Antímano o Parque Central hay otros grupos pero estos no viven en el río: ellos se denominan «garimpeiros».
Son personas que desde la madrugada se lanzan a las aguas de El Guaire, armados de redes artesanales o sacos y vistiendo apenas unos shorts, para batir las telas y encontrar en ellas, algunos incluso con las manos peladas, alguna joya que posteriormente puedan vender.
No solo buscan oro, el botín más preciado y escaso, sino que también buscan otros metales como el bronce, el cobre o la plata.
En un día pobre pueden hacerse, según su testimonio, con Bs. 10.000 (aproximadamente USD 0,35) o con lo que comprarían un kilo de carne de primera o tres kilos de pollo o, al bachaqueo, porque en establecimientos comerciales no se consigue, otros productos de primera necesidad alimentaria como (con esos Bs. 10.000): dos kilos de arroz o tres kilos de pasta o tres kilos de harina de maíz.
Ve la historia de los garimpeiros de Caño Amarillo:
En un buen día pueden ganar Bs. 100.000 (unos 35 dólares), batiendo las telas desde las 4 de la madrugada hasta las 4 de la tarde.
«Tres millones de venezolanos están comiendo actualmente de la basura», denunció el diputado nacional Carlos Paparoni en el marco de una protesta a las puertas del ministerio de Alimentación el 8 de marzo.
«Con la cuarta parte de lo que el gobierno invirtió en los CLAP (Comités Locales de Abastecimiento y Producción) se hubiese reactivado la producción nacional», advirtió Antonio Pestana, presidente de Fedeagro (Confederación de Asociaciones de Productores Agropecuarios), en referencia a los USD 6 mil millones que habría invertido el gobierno nacional en un programa de subsidio alimenticio que propuso llegar a toda la población, cuyo arranque ocurrió en abril de 2016.
Más de 1.000 protestas por alimentos registró el Observatorio Venezolano de Conflictividad a partir de entonces, la mayoría relacionada con el rechazo a los CLAP, enmarcadas en sistemáticas denuncias de la irregularidad en la entrega, el elevado precio y la discriminación política que implicaron (solo se les vende a quienes simpatizan con el gobierno).
Sin embargo, muchos venezolanos sencillamente no tienen capacidad de costear siquiera los alimentos subsidiados que, al tenor, suelen ser extremadamente escasos. Estos son los que buscan en la mayor cañería del país, El Guaire, la fuente de su supervivencia.
Para conocer sus historias y testimonios en video, experimenta el siguiente interactivo: